La mujer en el mundo del desarrollo
Según la última encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de mujeres respecto a hombres que trabajan en algún área relacionada con la programación es de tan solo un 28%. Por poner estos datos en perspectiva, de las casi 500 mil personas cuyo trabajo está relacionado con el mundo de la programación, únicamente 155 mil son mujeres.
Pero no solo los datos del INE confirman una terrible brecha de género en el ámbito del desarrollo web y la tecnología, sino que el Libro Blanco de las Mujeres en el Ámbito tecnológico confirma que de las más de 7 millones de personas trabajando en el susodicho sector en Europa solo un 30%, unos 2 millones, son mujeres.
Estos datos hablan por si solos, poniendo de manifiesto que, a pesar de todos los esfuerzos de las escuelas y facultades de programación, continúa habiendo una importante diferencia entre mujeres y hombres a la hora de matricularse en carreras técnicas.
La brecha de género y las STEM
Aunque avancemos día a día hacia un futuro más igualitario, debemos seguir superando continuos sesgos culturales y prejuicios. Lo que en nuestro país entendemos como “carreras de ciencias” se agrupan en los países anglo-parlantes bajo el acrónimo STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) y es en este tipo de carreras donde sigue predominando una mayor brecha de género.
Las razones son múltiples, y ninguna de ellas cuestiones de empleabilidad, pues la Comisión Europea calcula que alrededor de 500.000 empleos no se están cubriendo en el sector tecnológico. Las causas las podemos encontrar en una segregación ocupacional, una de las muchas formas en la que se manifiesta la desigualdad en el mercado de trabajo, esta segregación está basada en los estereotipos sociolaborales que siguen vigentes, considerando ciertas profesiones “masculinas” y otras “femeninas”.
De esta manera, aunque encontremos mujeres que trabajan en sector tech estas se dedican a profesiones que históricamente han sido vinculadas a la mujer, como la administración, la grabación de datos… Es decir, puestos considerados de baja responsabilidad, lo que también contribuye a aumentar la brecha salarial. Como consecuencia de esto, encontrar mujeres en puestos de alta responsabilidad es altamente complejo. Esta razón es palpable en grandes compañías como por ejemplo Apple, donde solo un 29% de las mujeres está al cargo de posiciones de liderazgo, o Facebook donde solo un 34% de esa clase de puestos está ocupado por mujeres.
Esta segregación ocupacional responde a un sesgo cultural, y es que desde la propia estructura social y familiar se desalienta a las mujeres a estudiar algún tipo de formación relacionada con las STEM, pues se asocia a un mundo masculino y poco social. Aunque se superen todos estos prejuicios y sesgos, el ambiente dentro de las facultades y el salto al mercado laboral, siguen siendo complicado. Muchas mujeres que estudian carreras vinculadas con las STEM o que trabajan en esos campos relatan sentir discriminación en su día a día, o una mayor dificultad para ascender o que sean tomadas en serio.
A todo esto hay que sumar una falta de orientación en los sistemas educativos, donde existe una necesidad de adaptar los sistemas de educación y formación para orientar correctamente a todas las personas estudiantes, hablar abiertamente de los estereotipos de género que dominan ciertas profesiones y como acabar con ellos, así como fomentar y mantener el interés por las ciencias y la programación. La búsqueda de referentes más diversos o una mayor representación de mujeres en la divulgación también son otras de las posibles soluciones que podemos llevar a cabo para intentar disminuir la brecha de género en este tipo de formaciones.
Hacia un futuro más igualitario
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Hace casi 200 años, la primera persona que podríamos considerar programadora fue una mujer, Lady Ada Lovelace, matemática bien conocida por haber escrito lo que a menudo se considera el primer programa informático de la historia, un algoritmo con el que la máquina de Babbage calcularía la secuencia de números de Bernoulli. Y hace casi 90 añoslas mujeres fueron las pioneras en la creación de software para las máquinas, pues el desarrollo de código no era una tarea “digna” para los hombres de la industria. Mujeres como Jean Jennings, Betty Snyder, Marlyn Wescoff, Frances Bilas y Ruth Lichterman, con condiciones mucho peores que sus compañeros hombres, no han quedado reducidas a una nota al pie de la historia, sino que portan sobre sus hombros grandes hitos tecnológicos del pasado junta con otras científicas, programadoras o inventoras, pero… ¿Y el futuro?
Aunque queda mucho trabajo por hacer, ya existen algunas iniciativas orientadas a reducir la brecha de género como Girls Who Code, Codebar o Women Techmakers. Reducir esta brecha está en mano de todos y todas nosotras, acabando con los estereotipos predominantes en la formación tradicional en STEM, comunicando mejor y más eficazmente lo que significa ser programador o programadora o creando espacios seguros con la diversidad de todo tipo.
La diversidad, la igualdad o la responsabilidad social son valores clave para HACK A BOSS, valores con los que estamos comprometidos, que son transversales a nuestra formación y nuestra manera de hacer las cosas. Desde nuestra posición como escuela de programación y recruiters tecnológicos estamos comprometidos con acabar con la brecha digital y alcanzar una mayor paridad en un área que nos hace disfrutar cada día.